Avance de las Obras en el Puente Lo Saldes: Todo lo que se Viene para Santiago
El puente Lo Saldes y su importancia en la ciudad
El puente Lo Saldes no es solo una estructura de concreto que conecta dos puntos de Santiago. Para miles de personas que día a día circulan por la capital, este viaducto es un punto neurálgico que facilita el tránsito entre sectores clave. Fue construido en 1971, en un momento en que la ciudad experimentaba una expansión acelerada y la infraestructura vial debía crecer al mismo ritmo.
Durante más de cinco décadas cumplió con su función, soportando una carga vehicular cada vez más intensa. Sin embargo, el paso del tiempo, la falta de mantenimiento profundo en algunos períodos y la presión de un parque automotor en constante crecimiento terminaron generando daños que hoy obligan a intervenciones mayores.
El deterioro de una loza no parece un gran titular, pero cuando se trata de un puente que conecta vías como Costanera Norte, la situación cambia radicalmente. Ahí no solo se habla de baches o de simples reparaciones menores, sino de la seguridad de miles de conductores y del flujo de toda la ciudad.
El origen de los problemas estructurales
En febrero de este año se detectaron daños significativos en la loza del puente. No eran grietas superficiales, sino fallas que afectaban directamente a la estructura que sostiene la Costanera Norte bajo el puente. Eso encendió las alarmas en el Ministerio de Obras Públicas y en la concesionaria a cargo, porque no se podía permitir que la situación avanzara hasta convertirse en un riesgo mayor.
El problema es que la loza presentaba un nivel de desgaste que ya no se podía solucionar con arreglos provisorios. El desgaste acumulado en más de cincuenta años, sumado al aumento constante del tránsito pesado, dejó en evidencia la necesidad de una intervención de fondo.
Cuando se evaluaron los daños, quedó claro que el plan debía ser ambicioso: no bastaba con reparaciones superficiales. Era necesario reemplazar partes clave de la estructura y proyectar, al mismo tiempo, la construcción de un nuevo puente que respondiera a las necesidades de la ciudad en los próximos 50 o 60 años.
El cronograma de las obras actuales
El Ministerio de Obras Públicas trazó un plan de intervención en tres fases claras.
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Inicio de trabajos preliminares: el 14 de julio comenzaron las obras menores, como preparación del terreno, evaluación de vigas y desvíos de tránsito. Fue la primera etapa, relativamente silenciosa pero fundamental para organizar lo que vendría después.
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Cierre total del puente: a partir del 5 de agosto se ejecutó el cierre completo del viaducto. Este fue el punto más sensible para los conductores, ya que se trataba de un corte de 18 días que impactaba directamente en la movilidad de la capital. Durante este tiempo se planificó instalar una nueva viga y ejecutar cambios estructurales que no podían hacerse con el tránsito abierto.
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Reapertura estimada: según el cronograma, el puente debería estar habilitado nuevamente para la circulación el 23 de agosto, con al menos cuatro pistas disponibles.
Este calendario no es un capricho. Responde a un plan detallado que busca minimizar el impacto sobre los automovilistas, a pesar de que el costo en tiempo de viaje para muchos santiaguinos ya se ha hecho sentir.
Medidas inmediatas para dar continuidad al tránsito
El cierre de un puente tan transitado no podía improvisarse. Durante los 19 días de obras intensivas, se instaló un plan de contingencia vial con desvíos señalizados y refuerzo de vías alternativas.
La medida más importante fue la instalación de una nueva viga, que permitirá devolver la circulación de manera segura en cuatro pistas. Esto no significa que el puente esté como nuevo, sino que quedará en condiciones estables para soportar el flujo vehicular mientras se avanza en el proyecto mayor: la construcción de una nueva estructura.
Impacto en la movilidad de Santiago
No se puede hablar del puente Lo Saldes sin considerar el impacto que su cierre genera en la movilidad de toda la ciudad. Miles de automovilistas se han visto obligados a modificar sus recorridos, aumentando los tiempos de traslado y congestionando otras vías que ya estaban sobrecargadas.
La Costanera Norte, principal autopista concesionada que recorre la ciudad de oriente a poniente, es una de las más afectadas. Al estar ubicada bajo el puente, las obras obligaron a tomar medidas especiales para no interrumpir completamente su funcionamiento. Se habilitaron desvíos y pasos alternativos, pero el flujo vehicular no deja de ser más lento de lo habitual.
Los vecinos de sectores aledaños también sienten el impacto. Calles residenciales que normalmente tenían un tránsito moderado hoy reciben una carga mayor de vehículos, lo que genera ruido, contaminación y molestias en la vida diaria.
La concesionaria y su rol en la reparación
El puente está bajo concesión de Costanera Norte, por lo que los gastos asociados a las reparaciones no recaen directamente en el Estado. Esto abre un debate interesante sobre el rol de las concesionarias en la mantención de infraestructuras críticas.
Muchos usuarios suelen criticar a las concesionarias por el cobro de peajes, pero en este caso es evidente la importancia de que cuenten con recursos para ejecutar trabajos de emergencia. Costanera Norte asumió la reparación como parte de sus responsabilidades, lo que permite que las obras se desarrollen sin demoras burocráticas en la asignación de presupuesto.
La mirada a largo plazo: un nuevo puente en 2026
El subsecretario de Obras Públicas, Danilo Núñez, fue claro al señalar que las reparaciones actuales no son la solución definitiva. El puente Lo Saldes cumplió un ciclo y se hace indispensable levantar una nueva estructura.
El plan contempla que en 2026 se inicien los trabajos de construcción de un nuevo puente. Este proyecto busca no solo reemplazar la estructura actual, sino también aumentar la capacidad vial y garantizar una vida útil de al menos medio siglo.
Lo interesante de este nuevo diseño es que está pensado para que la construcción genere el menor impacto posible en el tránsito. A diferencia de lo que ocurre ahora, cuando los cortes son inevitables, se espera que las obras del nuevo puente se ejecuten en paralelo, permitiendo que la circulación vehicular no se vea interrumpida en su totalidad.
La vida útil del nuevo viaducto
Cuando se habla de infraestructura pública, la vida útil es un factor clave. Un puente no se construye pensando en cinco o diez años, sino en varias décadas. Por eso el nuevo Lo Saldes estará diseñado para resistir entre 50 y 60 años, integrando tecnologías modernas en materiales, diseño sísmico y soportes de carga.
Esto no solo da seguridad a los usuarios, sino que también significa una inversión a largo plazo que evita repetir cada cierto tiempo crisis de cierres o reparaciones mayores.
El puente Lo Saldes en la memoria de la ciudad
Más allá de lo técnico, el puente Lo Saldes también tiene una carga simbólica. Fue testigo de los cambios de Santiago, desde los años setenta hasta hoy. En sus inicios representó modernidad, conectividad y el avance de una ciudad que se expandía hacia el oriente. Hoy, medio siglo después, se convierte en un recordatorio de que la infraestructura también envejece y necesita renovarse.
Su reemplazo por un nuevo puente no será solo un hecho de ingeniería, sino también un hito urbano que marcará la transición de una capital que sigue en transformación constante.
Efectos económicos del cierre temporal
El cierre de un puente de esta magnitud no solo afecta a los automovilistas en tiempo de viaje. También genera un impacto económico. Los retrasos en el transporte de mercancías, el mayor gasto en combustible por desvíos y la pérdida de horas laborales tienen un costo que se refleja en la economía local.
Aunque no se han entregado cifras oficiales, estudios en otros países muestran que cierres similares pueden generar pérdidas millonarias. Por eso la rapidez y eficiencia de las obras es tan importante: no solo se trata de seguridad vial, sino también de proteger la productividad de la ciudad.
La reacción de los vecinos y usuarios
Como ocurre en toda obra de infraestructura, las reacciones han sido diversas. Algunos vecinos y automovilistas valoran la rapidez con la que se actuó tras detectarse los daños. Para ellos, es una señal de que la seguridad se puso por delante de la comodidad.
Otros, en cambio, critican el impacto que el cierre ha generado en sus rutinas. Hay quienes deben sumar más de una hora extra en sus traslados diarios, lo que provoca cansancio, pérdida de tiempo y frustración.
En este tipo de situaciones, la comunicación clara del cronograma y de las medidas de mitigación se vuelve esencial. El MOP ha intentado entregar actualizaciones constantes, aunque siempre habrá un grado de molestia inevitable en la población.
Santiago y sus desafíos en infraestructura vial
El caso del puente Lo Saldes es un reflejo de los desafíos que enfrenta Santiago en términos de infraestructura. La ciudad creció más rápido de lo que sus puentes, túneles y carreteras podían prever. Hoy, muchas de estas estructuras cumplen más de 40 o 50 años, lo que las convierte en candidatas a procesos de renovación o sustitución.
La experiencia de Lo Saldes deja una lección clara: la planificación de infraestructura no puede esperar a que los problemas se hagan visibles. Debe anticiparse. La construcción del nuevo puente en 2026 responde a esa lógica, aunque muchos especialistas señalan que se debería haber proyectado antes.
Seguridad estructural y sismos: un factor inevitable
En un país como Chile, hablar de infraestructura es también hablar de sismos. El puente Lo Saldes, como muchas otras obras construidas en los setenta, fue diseñado bajo parámetros de seguridad de su época, pero no necesariamente con los estándares actuales de ingeniería antisísmica.
El nuevo puente incorporará tecnologías que permiten mayor resistencia a movimientos telúricos, lo que es clave en una capital donde un corte de conectividad puede significar un caos mayor en caso de emergencia.
Información del Producto
- El origen de los problemas estructurales
- El cronograma de las obras actuales
- Medidas inmediatas para dar continuidad al tránsito
- Impacto en la movilidad de Santiago
- La concesionaria y su rol en la reparación
- La mirada a largo plazo: un nuevo puente en 2026
- La vida útil del nuevo viaducto
- El puente Lo Saldes en la memoria de la ciudad
- Efectos económicos del cierre temporal
- La reacción de los vecinos y usuarios
- Santiago y sus desafíos en infraestructura vial
- Seguridad estructural y sismos: un factor inevitable